Nuevos datos oficiales sugieren que el crecimiento económico de Brasil se debilitó en los dos trimestres pasados, lo que ilustra el extremo al que ha caído el que otrora fue uno de los mercados emergentes predilectos de los inversionistas.
El índice de actividad económica del banco central cayó 1,35% en diciembre respecto a noviembre, afectado por un descenso en la producción industrial y la debilidad de las ventas minoristas. Los economistas dicen que los datos probablemente llevarán al gobierno a anunciar un crecimiento económico negativo en el cuarto trimestre de 2013, luego de una contracción de 0,5% en el tercer tercero. La mayoría de los economistas define dos trimestres consecutivos de decrecimiento como una recesión técnica.
Aunque datos preliminares insinúan que la economía repuntará en el trimestre en curso, caer en una recesión representaría un revés de proporciones para una economía que se expandió 7,5% en 2010. A medida que el crecimiento de China se ha desacelerado y los precios de las materias primas que Brasil exporta como la soya y el mineral de hierro se han moderado, la economía del país se ha quedado sin un motor externo.
El actual desempeño de Brasil dista mucho del de mercados emergentes como China e India, que siguen creciendo en forma dinámica, aunque no tanto como antes. El enfriamiento colectivo de los países emergentes constituye un retroceso inesperado para muchas empresas, en particular las de productos de consumo, que invirtieron fuertes sumas en estas economías, de las que dependieron cuando la demanda cayó en los mercados desarrollados. Los economistas prevén que Brasil crezca apenas 1,5% este año, luego de una expansión estimada de 2,3% en 2013.
La reducción ocurre en momentos en que la presidenta Dilma Rousseff se prepara para una campaña de reelección en medio de condiciones económicas adversas dentro y fuera del país. Manifestaciones callejeras masivas contra un alza en los precios y las deficiencias de los servicios públicos sacudieron al país en junio. La agitación se ha mantenido, aunque a menor escala, en las principales ciudades a medida que el país se alista para ser anfitrión del Mundial de fútbol.
"El mes pasado, mi empresa despidió a 12 personas. Estamos por cerrar el negocio. Muchas tiendas aquí ya han cerrado porque la gente no puede pagar el alquiler", lamenta Angela Marques, gerente de un almacén de electrónicos en el centro de Rio de Janeiro. Marques no cree que la Copa del Mundo mejore la situación.
La popularidad de Rousseff se ha recuperado tras caer significativamente durante las protestas, desatadas por la decisión de elevar los precios de los pasajes de autobús. Pero los problemas económicos añaden presión sobre su gobierno, que se había ganado el apoyo popular al continuar las políticas de su predecesor, incluyendo una expansión de las prestaciones sociales y el otorgamiento de miles de millones de dólares en créditos a través de los bancos estatales.
El consumo sigue siendo un motor de crecimiento, pero las ventas minoristas apenas subieron 4% en 2013 frente al año previo. Se trata del peor desempeño desde 2003, lo que hace pensar a los inversionistas que Brasil ya no podrá depender del consumo interno para impulsar su expansión.
Geraldo Mello, gerente de un centro comercial en la capital llamado Brasilia Shopping, dice que las ventas crecieron entre 20% y 35% al año hasta 2008, pero sólo lo hicieron 10% en 2013. Los consumidores "acumularon deudas con créditos hipotecarios, autos nuevos y otros bienes y ahora hay menos espacio en el presupuesto… Tienen dudas sobre el futuro, por lo tanto gastan menos", dice Mello.
Se prevé que las inversiones también decepcionen. Una encuesta reciente de la Confederación Nacional de Industria de Brasil mostró que las intenciones de inversión privada han caído a su nivel más bajo desde 2010.
Mientras tanto, la inversión se verá limitada a medida que el gobierno central siente la presión de recortar el gasto y los bancos reducen el otorgamiento de préstamos luego de una década de expansión. "Será difícil para Brasil alcanzar un crecimiento de 2% este año", advierte Robert Wood, de Economist Intelligence Unit en Nueva York. "El consumo aportará menos al crecimiento y no hay señales de un repunte de la inversión".
Bruno Roval, un economista de la oficina de Barclays en São Paulo, señala que los datos más recientes probablemente lo harán reducir su proyección de crecimiento para la economía.
"La influencia negativa tendrá impacto en 2014. Anticipábamos una expansión del PIB de 1,9%. Pero hay una posibilidad real de que revisemos esa cifra a la baja después de la publicación de los resultados del PIB de (todo) 2013 y del cuarto trimestre a finales de febrero", observa.
La producción industrial ha sido uno de los puntos más débiles de la economía en años recientes ya que las empresas manufactureras han tenido problemas para competir con sus rivales internacionales. Los problemas de Argentina, donde se espera una drástica desaceleración este año, podría mermar la demanda de bienes manufacturados brasileños, en especial vehículos y autopartes.
"La situación en Argentina podría tener un impacto sustancial sobre la industria brasileña, ya que más de tres tercios de las exportaciones de Brasil a Argentina son bienes manufacturados", señalaron economistas de Nomura Securities en un informe.
La ventaja de Brasil es que la tasa de desempleo se mantiene en mínimos récord y los sueldos están subiendo. El desempleo en seis de las áreas metropolitanas más grandes del país cayó de 5,5% en 2012 a un promedio de 5,4% en 2013, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas. Los salarios mensuales promedio subieron 1,8% en términos reales.
Pero la alta inflación continúa ejerciendo presión sobre los consumidores. La semana pasada, Brasil informó que la inflación anual en enero fue de 5,59%, por encima de la meta del banco central de 4,5%. En los últimos 12 meses la entidad ha elevado la tasa de interés de referencia de 7,25% a 10,5%. "El mayor problema que veo no es un enfriamiento de la economía", dice Davi Alves, el sous-chef de un restaurante de lujo en São Paulo. "El problema son los altos precios. Todo, desde autos hasta casas, es caro".
WSJ
Rogerio Jelmayer, Paul Kiernan y Matthew Cowley
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