A las puertas del XVIII Congreso del Partido Comunista Chino, el yuan suma su
trigésima semana consecutiva de apreciación y se sitúa en máximos frente al
dólar desde la intervención de la moneda en 1994. Mientras, su vecino asiático,
Japón, no consigue encontrar el camino sostenido del crecimiento y juega con una
intervención tácita del yen para frenar su apreciación.
El XVIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCC) se plantea como
uno de los pilares claves que deberá determinar el crecimiento mundial para los
próximos años. Con mayores divergencias en el seno del partido que en fechas
anteriores, no sólo está en juego la sustitución del actual líder chino, Hu
Jintao, sino que también se debatirá el rumbo que tiene que seguir la
economía del país durante los próximos años. Como elemento fundamental de la
economía china, el yuan tendrá un peso fundamental en la evolución del país.
Por este motivo, la apreciación que ha experimentado la divisa durante los
últimos meses no parece casual. Menos si se tiene en cuenta la cota que ha
marcado, ya que en las últimas semanas ha superado los máximos marcados desde
que fuese intervenida en 1994. En concreto, en el último mes su divisa se
apreció más de un 0,7 por ciento frente al dólar, hasta superar el nivel máximo
marcado antes de la intervención en el inicio de 1994. De esta forma, el yuan
acumula 13 semanas consecutivas de avances frente al dólar, algo que no se veía
desde 1995.
Un yuan fuerte es una condición imprescindible para que el gigante
asiático consiga virar su economía de la exportación a la demanda interna.
Durante los últimos años, la debilidad artificial de la moneda frente al resto
de divisas fomentaba la competitividad de los productos made in China, con unos
precios contra los que nadie podía competir. Sin embargo, si las autoridades del
país quieren fomentar el consumo interno y reducir su dependencia del sector
exterior necesitan contar con un yuan fuerte. Pero el riesgo que genera este
trasvase es un enfriamiento del PIB del país, precisamente el efecto que las
autoridades chinas quieren evitar. La economía del país necesita crecer a un
ritmo superior al 7 por ciento anual para seguir creando empleo y mantener el
paro bajo control. Para ello, una política de revaluación del yuan "ayuda a
reducir las tensiones económicas internas, las presiones sobre las divisas
emergentes y además da respuesta a las demandas de los países desarrollados",
explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.
Flotación sucia
En 1993 las autoridades chinas decidieron frenar la apreciación del yuan
interviniendo la moneda. De golpe devaluaron su precio un 50 por ciento frente
al dólar, hasta situar su cambio en los 8,72 yuanes por cada dólar. Durante 12
años (entre 1994 y 2005) mantuvieron su cruce con el billete verde en una
horquilla entre los 8,277 y los 8,28 yuanes. Una política que fue el paraguas de
un crecimiento imparable de la economía china con una tasa media del 9,3 por
ciento anual. En el año 2005, la estrategia económica de China cambió para
fomentar el crecimiento del consumo interno, para lo cual fomentaron una
revaluación paulatina de su divisa en proceso conocido como flotación sucia,
donde la propia institución monetaria controla su evolución en los mercados.
Desde entonces hasta este año se apreció un 24 por ciento, con el un único
parón, entre los años 2008 y 2010 como reacción a la crisis económica.
En la historia más reciente, la divisa china vivió un nuevo proceso de
apreciación entre junio de 2010 y mayo de 2012, en los que las autoridades
monetarias recuperaron su proyecto de apertura para su economía. Durante estos
años la divisa avanzó más de un 8 por ciento frente al dólar. Pero la temida
crisis en forma de W cortó nuevamente este proceso y el Ejecutivo chino optó
incluso por devaluar su moneda, que llegó a alcanzar mínimos del año en julio.
A partir de ese momento, y con una leve mejoría de la economía mundial, el
yuan ha recuperado velocidad de avance. Desde los mínimos de agosto su divisa se
ha apreciado un 2,5 por ciento, pero, ¿dónde pondrán su techo las autoridades
del país? "No esperamos un avance superior al 2/3 por ciento del yuan en los
próximos 12 meses", advierte Campuzano.
¿Vecino pobre?
La situación de la divisa china contrasta con la de su vecino del este,
Japón, que lucha por frenar el avance de su moneda. Las presiones del mercado
llevaron al yen a máximos desde la II Guerra Mundial frente al dólar, por debajo
de los 76 yenes. Desde finales de 2011, el Banco de Japón (BoJ) se ha visto
obligado a intervenir su divisa en varias ocasiones para frenar su apreciación y
proteger al sector exportador del país. La última, una intervención verbal a
principios de octubre que ya parece superada.
ElEconomista.es
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