Aunque usted no lo crea, hoy es el minuto preciso para mirar con
otros ojos el escenario económico internacional. La ruleta de la
economía global sigue girando locamente, por cierto, y los apostadores
chilenos observan nerviosos dónde podría caer la bolita. Un casillero
favorito es “panorama sigue muy complicado”; otro es “prepárese para tiempos aún
peores” y un tercero “consulte a sus consultores y rece”. Finalmente, un grupo
no despreciable la ve caer en “faltan datos, siga atento”. Yo creo que
ninguno de ellos va a ganar y la bolita se va a depositar en un nuevo casillero:
“la economía internacional va a mejorar de aquí en adelante, y no poco”.
En una columna anterior dije que la economía internacional está entregando
datos confusos y ambiguos, datos de crisis y datos de una aparente post crisis,
en fin, un territorio nebuloso e impredecible. Entonces, ¿es que ahora ha
variado en grado relevante aquello? No, pero cuidado: por aquí y por allá
emergen tímidamente algunos datillos que obligan, con ruleta y todo, a levantar
fundadamente alguna hipótesis al respecto, so riesgo de no hacer la pega de
columnista y aparecer después con explicaciones muy lógicas, pero ex post.
La hipótesis que a mi juicio se impone es la de “mejoramiento continuo”
del escenario económico internacional.
Cifras y análisis recientes sugieren que las exportaciones -todas, las
tradicionales y no tradicionales- podrían volver a coliderar el crecimiento.
Hace un par de semanas, esta idea habría sido delirante. Pero hoy,
acompañando al motor de la demanda interna, también el precio del cobre,
haciéndonos un guiño, entrega agradables sorpresas.
Mientras tanto, en Europa aseguran que la recesión llegó técnicamente a su
fin y, desde Estados Unidos, la información económica induce a pensar que su
inmensa maquinaria productiva está empezando a moverse a una velocidad no
deprimente. Lo que no es poco decir, porque la economía estadounidense
representa casi la cuarta parte del PIB mundial, y para la economía chilena es
invaluable fuente de oxígeno.
Ahí está el punto precisamente: Estados Unidos y Europa podrían
empezar a reemplazar el menor crecimiento de China, de igual manera que las
llamadas economías emergentes han sostenido el crecimiento global en los últimos
años, lesionado larga pero transitoriamente por la recesión en el mundo
desarrollado (dos tercios del crecimiento mundial ha sido liderado por las
economías emergentes en los últimos años). Tanto la economía como el comercio
mundiales sólo excepcionalmente entregan un resultado de suma cero o peor. Es un
fenómeno que sucede en medio de crisis muy profundas -la Gran Depresión y la
debacle de 2008 son los casos clásicos- pero en algún minuto se retorna a la
normalidad y el PIB mundial entrega resultados de suma positiva. Y es más que
probable que en tales casos los actores mundiales reaparezcan con tasas de
expansión y dinamismo diferentes.
Alguien va a llenar el hueco producido por el menor dinamismo chino
(e indio), tal como alguien ha venido reemplazando, por ejemplo, la contribución
de Japón –segunda economía del mundo, nada menos-, después de su congelamiento
hace más de 20 años. Europa, recordemos, dejó de ser una zona económica
especialmente dinámica, y ya por muchos lustros –antes de
http://www.elmundo.com.ve/opinion.aspxla menguante recesión actual- no registra
tasas de crecimiento, digamos, de 5% o algo así. Bueno, aparecieron los tigres
asiáticos y hasta en parte Brasil, y tiraron fuertemente el carro global,
sumándose a Estados Unidos y al mismo Japón en aquellos años. La economía global
no es un juego de suma cero, salvo excepciones, y ahora la excepción parece
estar disipándose.
Germán Mujica
ex subdirector de AméricaEconomía, y economista de la
Universidad de Chile, con un postgrado en Boston University.
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