jueves, 16 de marzo de 2017

La Fed aprueba la primera subida de tipos de la era Trump y ahonda la divergencia con Europa

Janet Yellen/Presidenta Reserva Federal
La Reserva Federal cumplió con las expectativas generadas y anunció una subida de tipos de interés de un cuarto de punto, que deja el precio del dinero en Estados Unidos en una horquilla del 0,75% al 1% y manda un importante mensaje: el ímpetu que ha ganado la primera economía del mundo tiene credibilidad. Se trata del primer incremento de tasas de la era Trump y ahonda la divergencia con la política monetaria del Banco Central Europeo, un desfase que inquieta a algunos organismos como la OCDE por las turbulencias financieras que puede generar.

La de este miércoles resultó la tercera subida de tipos en 15 meses, lo que significa que acelera el camino a la normalización monetaria, es decir, a ese punto en el que el precio del dinero se aleja del cero, donde ha pasado seis años. El gran punto de inflexión se produjo en diciembre de 2016, cuando la Fed se atrevió con el primer incremento en 10 años después de la gran debacle financiera. No volvió a hacerlo hasta el pasado diciembre debido a la incertidumbre global, pero este año se esperan dos subidas más. 14 de los 17 miembros del comité de la Fed creen que el precio del dinero acabará el año en el 1,5% y que en 2018 superará el 2%.


La presidenta de la Fed, Janet Yellen, señaló en la rueda de prensa que la decisión no tenía que ver con los estímulos económicos que se esperan de la política económica de Trump, como tampoco las previsiones de crecimiento incorporan más escenario que el actual. "El mensaje es que la economía va bien", dijo.
No ha habido sorpresas ni sacudidas en los mercados este miércoles, como si la vida de los bancos centrales volviera a ser aburrida y las crisis financieras fuera, de veras ya solo un mal recuerdo. La decisión llevaba semanas descontada por los analistas: acompañan las cifras de la llamada economía real –el último dato de creación de empleo, del mes de febrero, ha sido muy sólido- y han menguado las incertidumbres financieras. Lo que siguen vivas son otras inquietudes: cómo la fortaleza del dólar puede frenar el ímpetu de la economía americana y hasta qué punto la actual divergencia en las políticas monetarias de los grandes bancos centrales supone un riesgo global.
Mientras Europa mantiene la máquina del dinero a mil revoluciones, la Fed lleva 14 meses de progresivo repliegue. La semana pasada el Banco Central Europeo (BCE) decidió mantener las tasas en un mínimo histórico del 0%, donde llevan instalados desde un año y acompañados de un plan masivo de compra de deuda para estimular el crédito, la inversión y el consumo. El organismo de Fráncfort dio, eso sí, señales de que las cosas funcionaban y no habría más munición.
Pero el actual desfase a un lado y otro del Atlántico (que en la primera parte de la crisis se produjo al revés, el arsenal de estímulos monetarios estadounidenses chocaba con la timorata política europea) preocupa a organismo como la OCDE, la organización de países más industrializados del mundo, que hace unos días alertó de “vulnerabilidades financieras y una posible volatilidad del mercado financiero causada por divergencias en las tasas de interés”.
La fortaleza del dólar como lastre
El pero de la subida de tipos para Estados Unidos es que se produce con un dólar ya muy robusto con relación a la mayor parte de divisas, lo que encarece las exportaciones. Aunque los tipos estaban bajos, la fortaleza del billete verde actuaba como contrapeso y frenaba la inflación (la Fed espera tasas del 1,9% y del 2% para este año y el siguiente, respectivamente). Ahora el precio del dinero sube y puede cargar más fuerza en el dólar.
Es, en cualquier caso, la señal más inequívoca de que la primera economía estadounidense se cree al fin su propio dinamismo, pese a que el crecimiento sigue siendo lento –un tímido 1,6% en 2016-, está ganando algo de fuerza. Falta ver el efecto final que tenga la política económica de Trump, cuyas grandes promesas giran en torno a un recorte de impuestos junto a un impulso al gasto en infraestructuras y rebaja de la regulación. Como candidato, el presidente prometió alcanzar un ritmo de crecimiento del 4% a lo largo de su mandato, lo que casi duplica la previsión de la Fed para este año y para el próximo (2,1%). Yellen animó a la nueva Administración a "llevar a cabo políticas que mejoren la productividad", una de las flaquezas de la economía americana.

Amanda Mars.El Pais.

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