“Si generar riqueza y aumentarla es el objetivo de la mayoría de nosotros, plantear su trascendencia a través de las generaciones se convierte, con el correr del tiempo, en el gran desafío.
Vale recordar, como reza el adagio popular, que la primera generación hace el dinero, la segunda lo administra y la tercera lo gasta.
Esta afirmación, que puede parecer una humorada, es más cierta de lo que imaginamos. Alrededor del 80% de las fortunas importantes del mundo no logra mantenerse durante más de 20 años y esto no se debe al mero transcurso del tiempo, sino a la confluencia de múltiples factores, la mayoría de los cuales se puede prever.
En el contexto de la preservación de la riqueza, básicamente existen dos tipos de riesgos: los riesgos oportunistas, que son los que se aceptan en la búsqueda de determinada ganancia y los riesgos ambientales que se relacionan fundamentalmente con las características personales y con la actividad y el lugar donde ésta se desarrolla. Ahora bien, independientemente de la categoría, todo riesgo tiene un aspecto emocional y uno estadístico, por lo que es importante ponderar qué es y qué no es cuantificable.
“… Enemigos de la riqueza:
1) Concentración:
La mayoría de las familias que han ganado dinero a través de los años, lo han hecho concentrando sus recursos en una sola área o empresa.
2) Gastos:
Tienen un impacto muy importante sobre la riqueza, porque es muy difícil reducirlos en términos absolutos…”.
3) Impuestos:
Los impuestos implican riesgos significativos para quienes no implementan estrategias efectivas en el tiempo adecuado.
4) Dinámica familiar:
Muchas fortunas no sobreviven a la tercera generación, porque habitualmente a los parientes se les hace muy difícil manejar los distintos activos juntos y en armonía.
5) Obligaciones o pasivos:
En este mundo acostumbrado a los juicios, quien posee cierta riqueza está expuesto a juicios (…) mala praxis, negligencias, indemnizaciones, etcétera…”.
“…Es importante conocer los riesgos, mensurarlos con inteligencia y actuar metódicamente para anular o, al menos, morigerar sus posibles efectos…”.
Tomado del Diario EL CRONISTA.
CASO PRÁCTICO
Empresario latinoamericano de 48 años de edad, divorciado, tiene tres hijos de su primer matrimonio y uno del segundo.
Goza de una muy buena posición económica.
Al ser asesorado, de manera eficiente, decidió comenzar a elaborar un plan financiero con el objetivo de planificar la transferencia de sus activos entre sus seres queridos. Entre sus prioridades está distribuir sus bienes de manera igualitaria entre sus cuatro hijos, además de querer contemplar al hijo de su actual pareja en dicha distribución.
En esa planificación quiere contemplar que solo sus dos hijos, que actualmente trabajan con él en la empresa, continúen manejando la firma y los restantes reciban el dinero que les corresponde. Además, desea invertir su dinero en una jurisdicción que le brinde ventajas a la hora de proteger sus activos, ya que en su profesión (empresario) está expuesto a considerables riesgos de manera cotidiana.
Por todo lo expuesto, ha decidido invertir en un producto de inversión eligiendo como jurisdicción la Isla de Man, que más allá de los rendimientos del propio producto le brinda ventajas de protección muy fuertes. También tiene el beneficio de planificación sucesoria, pudiendo elegir a través de la “designación de beneficiarios” a aquellas personas que quiere que reciban su capital en caso de su fallecimiento y de una manera rápida, evitándose todo trámite sucesorio largo y costoso.
También, los socios de la empresa (son dos) han contratado seguros cruzados, asegurándose entre sí, con la finalidad de que al fallecimiento de uno de ellos quede dinero suficiente para que el socio sobreviviente pueda comprarle las acciones a los herederos del fallecido; logrando, así, que la empresa siga siendo manejada por gente que ya tiene conocimiento y experiencia en el negocio.
Gracias al asesoramiento recibido ha elaborado una planificación que le permite cubrir todas sus necesidades.
Tomado de AIVA WEALTH MANAGEMENT NEWS
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