El Parlamento griego aprobó una iniciativa de medidas de austeridad y reducción de la deuda soberana, crucial para que el país evite caer en bancarrota y pueda permanecer en la zona del euro.
Los legisladores votaron el lunes temprano a favor del proyecto de ley, que impone nuevas y duras medidas de austeridad a cambio de un nuevo acuerdo de rescate de 130.000 millones de euros (171.000 millones de dólares) y un relacionado pacto con los acreedores privados para reducir la deuda soberana del país en 100.000 millones de euros (132.000 millones de dólares).
Los legisladores votaron el lunes temprano a favor del proyecto de ley, que impone nuevas y duras medidas de austeridad a cambio de un nuevo acuerdo de rescate de 130.000 millones de euros (171.000 millones de dólares) y un relacionado pacto con los acreedores privados para reducir la deuda soberana del país en 100.000 millones de euros (132.000 millones de dólares).
La votación se produjo después de extensos disturbios y saqueos que se extendieron por la capital griega.
Los enfrentamientos comenzaron el domingo por la tarde, después que más de 100.000 manifestantes marcharon hacia el parlamento para protestar contra los drásticos recortes al presupuesto, que entre otras cosas eliminarán uno de cada cinco puestos de trabajo de la administración pública y recortarán el salario mínimo en más de una quinta parte.
Por lo menos 10 edificios quedaron envueltos en llamas, entre ellos una sala de cine vacía, una sucursal bancaria y una cafetería. Grupos de saqueadores destrozaron decenas de comercios en los peores disturbios vistos en años.
Decenas de policías y por lo menos 37 manifestantes resultaron heridos. Los oficiales detuvieron a más de 20 presuntos vándalos.
A medida que transcurría la votación la madrugada del lunes, el primer ministro Lucas Papademos instó a la calma, alegando que el país vive una situación financiera desesperada.
"El vandalismo y la destrucción no tienen cabida en una democracia y no se tolerarán", dijo Papademos al Parlamento. "Hago un llamamiento a la gente para que se calme. En esos momentos cruciales no podemos darnos el lujo de este tipo de protestas. Creo que todo el mundo es consciente de la gravedad de la situación", agregó.
Los enfrentamientos estallaron por todo el centro de la ciudad luego que más miles de manifestantes se congregaron en la plaza ubicada en el exterior del parlamento para protestar contra el debate por las drásticas medidas de austeridad que generarán despidos de servidores públicos y recorte del salario mínimo.
Mientras la multitud aumentaba, varios centenares de anarquistas empezaron a arrojar botellas y bombas incendiarias a los agentes de la Policía, que respondieron lanzando gas lacrimógeno y granadas aturdidoras.
Los legisladores buscan que las medidas ayuden a que el país reciba un segundo paquete de rescate por 130.000 millones de euros (171.460 millones de dólares) de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional con el que evitaría la bancarrota.
"Existen muy pocos momentos como éste en la historia de una nación", dijo el ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos. "Nuestro país enfrenta una grave cuestión de supervivencia".
Ante el temor de que las protestas se tornaran violentas, las autoridades habían desplegado cerca de 6.000 policías en el centro de la capital del país.
La plaza se vació en poco tiempo mientras los manifestantes huían a calles aledañas. La multitud abucheó a las autoridades mientras la Policía antidisturbios la desalojaba. Algunos anarquistas siguieron rompiendo mármol cuyos trozos lanzaban.
La Policía informó que un agente resultó herido por una luz de bengala arrojada hacia él y fue trasladado a un hospital, y agregó que varios manifestantes resultaron lesionados o detenidos.
La legislación aprobaría además un canje de bonos soberanos con los acreedores privados que eliminará unos 100.000 millones de los 360.000 millones de euros de deuda del país, pero que supondrá a los tenedores de esos bonos una pérdida del 70% en sus inversiones.
El debate comenzó poco después de las 3:30 de la tarde (1330 GMT) y duró pasada la medianoche. Opositores a la legislación han adoptado una táctica de interrupciones y objeciones frecuentes y ruidosas que podría retrasar el debate aún más.
El gobierno de Papademos —una improbable coalición de la mayoría socialista y sus principales enemigos políticos, la Nueva Democracia conservadora— espera que se apruebe la medida, incluso por poca ventaja.
Los dos partidos que respaldan al gobierno de coalición cuentan con 236 diputados de los 300 que integran el parlamento. Empero, por lo menos 13 legisladores conservadores y siete socialistas dijeron que, pese a las amenazas de sanciones por parte de sus líderes, votarían en contra. A primeras horas del domingo, un legislador conservador renunció, uniéndose a los tres socialistas que hicieron lo mismo días antes. Todos ellos han sido reemplazados.
Los enfrentamientos comenzaron el domingo por la tarde, después que más de 100.000 manifestantes marcharon hacia el parlamento para protestar contra los drásticos recortes al presupuesto, que entre otras cosas eliminarán uno de cada cinco puestos de trabajo de la administración pública y recortarán el salario mínimo en más de una quinta parte.
Por lo menos 10 edificios quedaron envueltos en llamas, entre ellos una sala de cine vacía, una sucursal bancaria y una cafetería. Grupos de saqueadores destrozaron decenas de comercios en los peores disturbios vistos en años.
Decenas de policías y por lo menos 37 manifestantes resultaron heridos. Los oficiales detuvieron a más de 20 presuntos vándalos.
A medida que transcurría la votación la madrugada del lunes, el primer ministro Lucas Papademos instó a la calma, alegando que el país vive una situación financiera desesperada.
"El vandalismo y la destrucción no tienen cabida en una democracia y no se tolerarán", dijo Papademos al Parlamento. "Hago un llamamiento a la gente para que se calme. En esos momentos cruciales no podemos darnos el lujo de este tipo de protestas. Creo que todo el mundo es consciente de la gravedad de la situación", agregó.
Los enfrentamientos estallaron por todo el centro de la ciudad luego que más miles de manifestantes se congregaron en la plaza ubicada en el exterior del parlamento para protestar contra el debate por las drásticas medidas de austeridad que generarán despidos de servidores públicos y recorte del salario mínimo.
Mientras la multitud aumentaba, varios centenares de anarquistas empezaron a arrojar botellas y bombas incendiarias a los agentes de la Policía, que respondieron lanzando gas lacrimógeno y granadas aturdidoras.
Los legisladores buscan que las medidas ayuden a que el país reciba un segundo paquete de rescate por 130.000 millones de euros (171.460 millones de dólares) de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional con el que evitaría la bancarrota.
"Existen muy pocos momentos como éste en la historia de una nación", dijo el ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos. "Nuestro país enfrenta una grave cuestión de supervivencia".
Ante el temor de que las protestas se tornaran violentas, las autoridades habían desplegado cerca de 6.000 policías en el centro de la capital del país.
La plaza se vació en poco tiempo mientras los manifestantes huían a calles aledañas. La multitud abucheó a las autoridades mientras la Policía antidisturbios la desalojaba. Algunos anarquistas siguieron rompiendo mármol cuyos trozos lanzaban.
La Policía informó que un agente resultó herido por una luz de bengala arrojada hacia él y fue trasladado a un hospital, y agregó que varios manifestantes resultaron lesionados o detenidos.
La legislación aprobaría además un canje de bonos soberanos con los acreedores privados que eliminará unos 100.000 millones de los 360.000 millones de euros de deuda del país, pero que supondrá a los tenedores de esos bonos una pérdida del 70% en sus inversiones.
El debate comenzó poco después de las 3:30 de la tarde (1330 GMT) y duró pasada la medianoche. Opositores a la legislación han adoptado una táctica de interrupciones y objeciones frecuentes y ruidosas que podría retrasar el debate aún más.
El gobierno de Papademos —una improbable coalición de la mayoría socialista y sus principales enemigos políticos, la Nueva Democracia conservadora— espera que se apruebe la medida, incluso por poca ventaja.
Los dos partidos que respaldan al gobierno de coalición cuentan con 236 diputados de los 300 que integran el parlamento. Empero, por lo menos 13 legisladores conservadores y siete socialistas dijeron que, pese a las amenazas de sanciones por parte de sus líderes, votarían en contra. A primeras horas del domingo, un legislador conservador renunció, uniéndose a los tres socialistas que hicieron lo mismo días antes. Todos ellos han sido reemplazados.
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