La economía de un país fluctúa alrededor de una tendencia de largo plazo, generando además ciclos económicos más cortos que pueden durar entre seis y ocho años pero cuya extensión varía mucho en función de la coyuntura mundial, de los precios de algunos activos claves, la existencia del crédito, expansión o contracción monetaria o el valor de la tasa, entre otros factores.
Los valores de los bonos, acciones, commodities, o del dinero en efectivo libre de riesgo se ven influenciados por esos vaivenes y los tipos de interés, que son una variable fundamental de cualquier país.
Ningún ciclo económico es igual a otro, pero suele existir un período más corto en el que el rendimiento de cada activo se destaca por sobre los demás. Para eso es necesario determinar y anticipar el punto de inflexión o cambio de tendencia en la tasa de caída o subida del PIB.
Este un dato retrasado ya que es trimestral, por lo que los inversores tratan de ganar terreno lo más posible. Históricamente, en los EE.UU. las acciones se recuperaron entre cinco y seis meses del punto de equilibrio en materia de caída de este indicador.
Allí, reside la importancia en adivinar el momento de su inflexión, ya que marcaría el piso a partir del cual los papeles comenzarían su crecimiento nuevamente. La recuperación de los mercados, después de tocar sus mínimos, forma parte del proceso que realizan los individuos de intentar anticiparse a la mejora en materia de crecimiento económico.
Después de una recesión se especula acerca de cuándo se reducirá la tasa de caída y alcanzará una variación relativamente neutra en términos interanuales, para empezar a crecer de ahí en más. A medida que el tiempo pasa, cada activo tiene su momento propicio, por eso es importante identificar el ciclo económico para efectuar una inversión en forma correcta.
Por un lado, hay que tener en cuenta que existe una relación inversamente proporcional entre el precio de un bono soberano (AAA o AA+) de algún país del G7 y las tasas de interés. Por eso, se recomienda escogerlos cuando se espera que el PIB haya comenzado su ciclo bajista y se apliquen políticas monetarias expansivas con baja de tasas de interés.
En cambio, las acciones se toman alrededor de seis meses antes del punto de inflexión del PIB para repuntar, ayudadas por una política monetaria más laxa con emisión. Cuando esto ocurre, las tasas comienzan a subir, el precio de la renta fija cae, y los papeles empezarían su crecimiento dado el cambio en las estimaciones de ganancias futuras.
Superada esta etapa, cuando la expansión de la economía alcanza un máximo y se genera inflación, los activos “duros”, como los commodities y las propiedades, son los de mejor desempeño. Los inversores buscan refugio en todo lo que les permita adueñarse de la aceleración del índice de precios al consumidor, para amortiguar la caída en el poder adquisitivo que ésta provoca.
Por último, cuando el banco central de un país aumenta las tasas de interés para intentar controlar la inflación, el dinero en efectivo es la mejor opción.
Para anticipar el comienzo o final de un ciclo se debe monitorear los indicadores económicos y además, haber armado o rotado la cartera en función de su percepción de la evolución futura de las condiciones de la economía.
A su vez, hay que saber analizar estos datos y cuáles mirar. Normalmente, se anuncia un promedio de 25 en una semana en los EE.UU., a los que hay que sumarle los del resto de los países. Muchos de ellos son subíndices, pero su lectura desagregada provee una enorme ayuda al entendimiento de la coyuntura.
Esta información se puede conseguir en forma gratuita en diversos sitios de Internet como Marketwatch, Bloomberg, Reuters o Briefing, que posee una valiosa descripción de cada uno y los rankea del 1 al 5 en función de su importancia para el inversor
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