Mantenerse
fuera de la guerra de divisas siempre fue una propuesta difícil.
Y
ahora parece que la eurozona está siendo arrastrada gradualmente hacia ella.
La
región simplemente no puede darse el lujo de mantenerse distante.
Su
economía no es lo suficientemente fuerte para soportar una moneda cuyo valor
supera largamente el de las monedas de sus principales competidores.
Si
persiste la fortaleza del euro, las exportaciones de la eurozona se verán
afectadas y la recuperación económica de la región estará en una situación de
riesgo aún mayor.
La profundidad del problema que
enfrentan los encargados de política de la eurozona se hizo evidente con las
últimas cifras de crecimiento económico. Éstas no sólo muestran contracciones
en las economías de los deudores usuales, sino que también revelaron que
incluso Alemania y Francia están sufriendo mucho más que lo anticipado.
Los optimistas continúan
esperando que una mezcla de recuperación global y un aumento en la demanda por
las exportaciones de la eurozona ayuden a impulsar estas economías y sacarlas
del foco de atención a medida que nos adentramos en 2013.
Pero esto parece cada vez menos
probable. Si el PIB de la eurozona se contrajo 0,6% en el cuarto trimestre del
año pasado, cuando el euro se encontraba considerablemente más débil de lo que
está ahora, ¿qué posibilidades tienen muchas de las economías de la región en
el primer trimestre de este año con el euro situado en los altos niveles
actuales?
Hasta cierto punto, estas
preocupaciones se vieron reflejadas en la evaluación económica que realizó el
presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, tras la última reunión de
política monetaria y con los comentarios del viernes de que los datos de
crecimiento fueron más negativos de lo esperado.
Sin embargo, hay pocas señales de
que el BCE planee hacer algo al respecto todavía. El mismo Draghi se apresuró a
señalar que hay pocas señales de deflación y que las tasas de interés ya están
"realmente muy bajas".
Quizás de mayor interés fueron
las declaraciones que hizo el archirestrictivo Jens Weidmann. Como se hubiera
esperado, el presidente del Bundesbank señaló que el BCE no está por recortar
las tasas de interés sólo para debilitar al euro.
Indicó además que la moneda única
no se encuentra significativamente sobrevalorada.
Por una parte, todo esto podría
sonar más bien tranquilizador. Por otra, Weidmann está reconociendo que la
moneda se está negociando sobre su valor justo.
Entonces, ¿es más probable que el
BCE haga algo para depreciar el euro?
Dado que las elecciones en
Italia, que se realizarán a fines de este mes, probablemente inyectarán nuevas
incertidumbres políticas al desempeño del euro, es posible que el BCE no tenga
que hacer nada en esta etapa. Los temores de que Italia termine con un
Parlamento sin mayoría absoluta y un gobierno incapaz de llevar a cabo reformas
estructurales clave, bien podrían causar por sí mismos otra dosis de debilidad
del euro.
Pero si eso no ocurre, es posible
que los encargados de política tengan que ser más proactivos. El vicepresidente
del BCE, Vitor Constancio, advirtió el jueves que las tasas de interés del BCE
bien podrían pasar a territorio negativo.
Si bien la eurozona puede mostrar
poco apetito por sumarse a una devaluación competitiva, y dado que el propio
Draghi describió los rumores de una guerra de divisas como inapropiados y
contraproducentes, él y otros encargados de política de la eurozona podrían
pronto verse obligados a tomar parte, aunque sea sólo para evitar que la
eurozona vuelva a caer en una recesión.
Esta expectativas sin duda
ayudarían a explicar por qué después de un desempeño tan sólido este año, el
euro ahora se muestra propenso a repentinas pérdidas.
WSJ
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