Otra devaluación viene en camino este mismo año. Nuevamente, la escasez torcerá el brazo del gobierno y le obligará a devaluar por segunda vez en 2013. Pero, esta vez será de forma encubierta. El desborde de la escasez forzará al gobierno a sacar un substituto del Sitme a una tasa mayor a 6,3Bs/$ (de allí, la segunda devaluación), bien sea una mesa de cambio, un mecanismo de subastas en el BCV o una suerte de nuevo permuta (un informe de Econométrica analiza los posibles mecanismos y tasas de cambio a regir).
Tal y como pronosticamos reiteradas veces en esta columna, las autoridades estaban forzadas a devaluar el bolívar en el primer trimestre de 2013, y así fue. Siempre sostuvimos que la devaluación no era una decisión política, sino político-económica, en el sentido de que, a pesar de la ausencia de restricciones institucionales, existen restricciones económicas capaces de limitar al gobierno y hacer su brazo torcer.
Esas mismas restricciones económicas siguen presentes. Particularmente, a la tasa de cambio actual, la escasez no podrá ser controlada sin un substituto del Sitme, toda vez que un significativo número de empresas e importaciones dependían de las asignaciones de divisas asociadas a ese extinto mecanismo.
Las autoridades han querido hacer ver que la demanda de Sitme será en lo sucesivo satisfecha por Cadivi. Pero, claramente, ello no es cierto, porque en primera instancia los demandantes de divisas que acudían al Sitme eran precisamente aquellos excluidos de Cadivi, toda vez que dicho mecanismo no se da abasto (recuerde el lector que, la alimentación del Sitme dependía del endeudamiento permanente).
Las razones detrás de la escasez y la próxima devaluación siguen presentes. Por mencionar algunas, en primer lugar, a 6,3Bs/$ sigue siendo cierto que, prácticamente, casi todo es buen negocio importar (el problema es contar con el privilegio o favor del gobierno en el acceso a las divisas). Segundo, la devaluación de 4,3Bs/$ a 6,3Bs/$ reduciría enormemente la demanda de dólares respecto al año pasado, si no fuese porque ese mismo año la liquidez (la cantidad de bolívares con qué comprar dólares) aumentó en un porcentaje, 60%, mayor al de dicha devaluación, 46,5%. Y, tercero, porque con el ajuste cambiario, el déficit fiscal tan solo pasará de un 15% a un 9%, lo que significa que, probablemente, vendrían ajustes de los impuestos para que, al igual que con la devaluación, el gobierno pueda extraer nuevamente dinero de nuestros bolsillos, de forma tal de contener la escasez y financiar su gasto.
En fin, las autoridades lo saben: más temprano que tarde, tendrán que intervenir el mercado de divisas y ofrecer un mecanismo alternativo a Cadivi, si no quieren que se desborde la escasez. Si no intervienen, el desabastecimiento y el tipo de cambio del mercado paralelo aumentarán. Pero, si lo hacen, como esperamos, pasará lo contrario.
Angel García Banchs
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