La imagen económica de los EE. UU.: ¿En dónde nos encontramos?
Los estadounidenses han perdido algo de su optimismo y su atrevimiento respecto al futuro y a su seguridad financiera. Pero no han dejado de gastar. Las ventas al menudeo y las compras de automóviles son más fuertes que en esta época del año pasado. Los datos blandos (encuestas y sondeos de confianza) han bajado, pero los datos duros indican que el ciclo de negocios no está terminando, y que la producción industrial, utilización de la capacidad, exportaciones e inflación están todos ascendiendo un poco. A la vez, los rendimientos de los bonos de calificación AAA y AA están cerca de sus niveles históricamente más bajos, una indicación del temor y ansiedad del sistema. Los mercados de crédito están funcionando, pero los márgenes de crédito muestran que los riesgos de suspensiones de pago han aumentado.
El mercado accionario ha bajado bruscamente durante el verano pero no se ha caído tanto como se ve normalmente al inicio de una recesión. Las compañías siguen reduciendo la deuda (desapalancándola) y aumentando su liquidez mientras cosechan flujos de efectivo récord. Los gastos de capital han estado aumentando lentamente, y el mercado de trabajo se ha mantenido estable sin mucho crecimiento. El consumidor estadounidense, sin la ayuda de la deuda, está también desapalancándose y gastando a niveles en línea con el crecimiento salarial. La lista de sospechosos usuales causantes de recesión es pequeña dentro de los Estados Unidos, y hasta fines de septiembre la situación no se estaba deteriorando.
La economía estadounidense ha despegado de la pista, pero está volando muy cerca de los árboles. Lo que quiero decir es que el margen de error por una equivocación, un estremecimiento o un error de políticas es bajo. Esto significa que la situación es relativamente frágil. Europa es ahora el mayor obstáculo en el plan de vuelo de los EE. UU.
La economía estadounidense ha despegado de la pista, pero está volando muy cerca de los árboles. Lo que quiero decir es que el margen de error por una equivocación, un estremecimiento o un error de políticas es bajo. Esto significa que la situación es relativamente frágil. Europa es ahora el mayor obstáculo en el plan de vuelo de los EE. UU.
Los ministros de finanzas y los banqueros centrales europeos parecen estarse acercando peligrosamente a un error de políticas. El director de la Junta de Reserva Federal de los EE. UU., Ben Bernanke ha advertido repetidas veces que los bancos centrales y los gobiernos en el pasado han sido muy cerrados o muy austeros precisamente en el momento equivocado. Mientras que los países de la eurozona con problemas (Grecia, Italia y España) han mostrado cierta voluntad para recortar costos, los líderes financieros en estos países no han presentado ningún plan de una magnitud comparable al plan Troubled Asset Relief Program (TARP) de la Fed, que terminó exitosamente con el riesgo de fallas masivas del sistema bancario en el caos de septiembre de 2008.
De hecho, son los mercados, no los ministros, quienes parecen estar dirigiendo a la eurozona a un punto de transición. Los costos de financiamiento de muchos de los grandes bancos europeos han aumentado; las tasas de préstamos de un día para otro en algunos casos son tan altas como lo fueron en la crisis de Lehman en el 2008. Los rendimientos de los bonos en los países periféricos de Europa se han vuelto insosteniblemente altos, haciendo que sea muy costoso para muchos de esos países refinanciar sus gastos o renegociar los pagos de deuda que están por vencerse. Por causa de los diferentes acuerdos de préstamos cruzados entre los bancos, los acuerdos entre partes, y la propiedad directa de los bonos soberanos de Europa, muchos bancos importantes de centros financieros de EE. UU. tienen una parte de sus cuentas de negocios atadas a Europa. Es claro que la base de capital y la liquidez tanto de los bancos estadounidenses como europeos están en buena forma y probablemente en mejor forma que antes de la crisis de Lehman hace tres años. Sin embargo, las pérdidas en los bancos europeos podrían causar que muchos de ellos redujeran sus balances generales y limitaran los préstamos. Como resultado, podría frenarse el crecimiento de los negocios.
El efecto repentino en los bancos de Estados Unidos sería similar. Los bancos no perderían todo su capital, pero la exposición a la pérdida de corporaciones europeas y bonos soberanos en una recesión europea sangraría a muchos bancos importantes de los EE. UU. A su vez, los bancos de EE. UU. probablemente reducirían sus préstamos comerciales e industriales, que apenas recientemente empezaron a aumentar.
Por causa de que la economía de los EE. UU. está a punto de detenerse, cualquier alteración proveniente de Europa representaría un peligro muy claro e inmediato.
De hecho, son los mercados, no los ministros, quienes parecen estar dirigiendo a la eurozona a un punto de transición. Los costos de financiamiento de muchos de los grandes bancos europeos han aumentado; las tasas de préstamos de un día para otro en algunos casos son tan altas como lo fueron en la crisis de Lehman en el 2008. Los rendimientos de los bonos en los países periféricos de Europa se han vuelto insosteniblemente altos, haciendo que sea muy costoso para muchos de esos países refinanciar sus gastos o renegociar los pagos de deuda que están por vencerse. Por causa de los diferentes acuerdos de préstamos cruzados entre los bancos, los acuerdos entre partes, y la propiedad directa de los bonos soberanos de Europa, muchos bancos importantes de centros financieros de EE. UU. tienen una parte de sus cuentas de negocios atadas a Europa. Es claro que la base de capital y la liquidez tanto de los bancos estadounidenses como europeos están en buena forma y probablemente en mejor forma que antes de la crisis de Lehman hace tres años. Sin embargo, las pérdidas en los bancos europeos podrían causar que muchos de ellos redujeran sus balances generales y limitaran los préstamos. Como resultado, podría frenarse el crecimiento de los negocios.
El efecto repentino en los bancos de Estados Unidos sería similar. Los bancos no perderían todo su capital, pero la exposición a la pérdida de corporaciones europeas y bonos soberanos en una recesión europea sangraría a muchos bancos importantes de los EE. UU. A su vez, los bancos de EE. UU. probablemente reducirían sus préstamos comerciales e industriales, que apenas recientemente empezaron a aumentar.
Por causa de que la economía de los EE. UU. está a punto de detenerse, cualquier alteración proveniente de Europa representaría un peligro muy claro e inmediato.
Los países en desarrollo están creciendo todavía, aunque a un paso más lento. La oleada de aumentos a las tasas en el mundo en desarrollo ha disminuido, y las presiones inflacionarias se están moderando. Pero la marcha a largo plazo hacia una economía más dirigida por los consumidores continúa, y cualquier disminución del crecimiento durante este período es probablemente temporal. Los márgenes de rendimiento de los bonos de los mercados emergentes se han ampliado un poco en línea con la crisis de la eurozona pero son estrechos si se comparan con los niveles históricos de los últimos 20 años.
Las acciones de los mercados emergentes se han vendido también en este año, llevando las relaciones P/G a niveles bajos que no se habían visto en muchos años.
Valuaciones y mercados
Operadores bursátiles: Los operadores bursátiles parecen estar desplazando hacia arriba al mercado en impulsos cortos cuando llegan de Europa noticias esperanzadoras, y luego cambian de dirección y hacen bajar a los mercados al presentarse la más pequeña decepción.
Inversionistas a corto plazo: Estos inversionistas se enfrentan a las tormentas del mercado a corto plazo mientras el sistema trata de absorber los riesgos que los responsables de las políticas europeas están forzando al resto del mundo a soportar. Aquéllos con un horizonte de tres a seis meses son muy vulnerables al flujo caótico de noticias que es ahora la norma.
Inversionistas a largo plazo: Aquellos inversionistas con un horizonte que se expande por años hacia el futuro y que emplean estrategias sistemáticas de valor y crecimiento están empezando a notar oportunidades. Esa confianza, pese al pesimismo a corto plazo, se basa en un torrente de mejores leyes corporativas fundamentales, dirigidas por flujos de efectivo en ascenso, mejores márgenes de utilidad, y balances generales más sólidos. Estas fortalezas fundamentales, unidas a bajas recientes en la capitalización de mercados, han creado un valor en muchas acciones que pagan dividendos. En un mundo sediento de utilidades por las políticas de dinero fácil de los bancos centrales, los inversionistas ponen su mirada ahora en los mercados accionarios. Ahí pueden encontrar las tasas de utilidad, de flujos de efectivo y de dividendos que son actuales, y que son atractivas cuando se les compara con las tasas tan bajas ofrecidas en los mercados del Tesoro, efectivo y cuentas de depósito de los EE. UU. También es de notarse que las compañías tecnológicas siguen vendiendo su gama de productos, siempre cambiantes, a un mundo deseoso que los está esperando. Lo hacen prácticamente sin deuda, altos márgenes de utilidad, y altos balances de efectivo.
Conclusión:
Inversionistas a corto plazo: Estos inversionistas se enfrentan a las tormentas del mercado a corto plazo mientras el sistema trata de absorber los riesgos que los responsables de las políticas europeas están forzando al resto del mundo a soportar. Aquéllos con un horizonte de tres a seis meses son muy vulnerables al flujo caótico de noticias que es ahora la norma.
Inversionistas a largo plazo: Aquellos inversionistas con un horizonte que se expande por años hacia el futuro y que emplean estrategias sistemáticas de valor y crecimiento están empezando a notar oportunidades. Esa confianza, pese al pesimismo a corto plazo, se basa en un torrente de mejores leyes corporativas fundamentales, dirigidas por flujos de efectivo en ascenso, mejores márgenes de utilidad, y balances generales más sólidos. Estas fortalezas fundamentales, unidas a bajas recientes en la capitalización de mercados, han creado un valor en muchas acciones que pagan dividendos. En un mundo sediento de utilidades por las políticas de dinero fácil de los bancos centrales, los inversionistas ponen su mirada ahora en los mercados accionarios. Ahí pueden encontrar las tasas de utilidad, de flujos de efectivo y de dividendos que son actuales, y que son atractivas cuando se les compara con las tasas tan bajas ofrecidas en los mercados del Tesoro, efectivo y cuentas de depósito de los EE. UU. También es de notarse que las compañías tecnológicas siguen vendiendo su gama de productos, siempre cambiantes, a un mundo deseoso que los está esperando. Lo hacen prácticamente sin deuda, altos márgenes de utilidad, y altos balances de efectivo.
Conclusión:
Aún cuando sería una desgracia ver a un ciclo de negocios débil, pero decente, llegar a su término antes de tiempo por errores o equivocaciones de políticas, el ámbito de este problema no es tan grande como el enredo de hipotecas de los EE. UU. en el 2008. Las pérdidas potenciales y el efecto de contagio no están al nivel de la crisis hipotecaria y la de Lehman. De hecho, muchas de las condiciones monetarias son más favorables ahora. Las corporaciones, con mucho efectivo y activos líquidos, tienen una capacidad mucho mayor para absorber un choque económico ahora. El enredo en Europa puede también de alguna manera ser una especie de puyazo eléctrico para los responsables de las políticas de los EE. UU., quienes todavía insisten en que los Estados Unidos no tienen un problema de deuda. El problema de deuda de los EE. UU. es ahora un problema de balance general. Con el paso del tiempo, podría convertirse en un problema de liquidez como el que estamos viendo en Europa. Los Estados Unidos tienen la suerte de tener más tiempo que el que tiene Europa para solucionar este problema. El tiempo se le está acabando a Europa, y como resultado, se le está probablemente acabando a todo el mundo.
1Una UXO es una bomba que no ha estallado.
James Swanson
Strategist’s Corner
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