Hace apenas cuatro años, los mercados bursátiles de los países en desarrollo, como China, Brasil, India, Indonesia, Tailandia y Turquía, eran el lugar más atractivo para los inversionistas.
En 2009 y 2010 estas economías crecieron a un ritmo mucho más acelerado que EE.UU. conforme las acciones de los mercados emergentes promediaron un alza anual de 46%, es decir más del doble que los retornos de las acciones estadounidenses. Entre 2010 y 2012 los inversionistas entraron en masa y sumaron US$119.000 millones a los fondos de inversión y los fondos que cotizan en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) dedicados a los mercados emergentes.
Sin embargo, el crecimiento se está desacelerando en China y América Latina y hay turbulencias en Turquía, Tailandia y Egipto. Argentina está en aprietos. El índice de referencia de los mercados emergentes, MSCI, cayó 2,6% el año pasado y acumula un retroceso de casi 4% en lo que va del año. A medida que los inversionistas estadounidenses emprenden la retirada, las acciones de los países emergentes recobrarán su estatus de gangas para aquellos que tengan las agallas suficientes para volver a comprar, si nos guiamos por los antecedentes históricos.
En enero, las salidas de capital de los ETF especializados en mercados emergentes superaron los ingresos en US$9.100 millones, equivalente a 7% del total de activos, según Morningstar. Desde inicios de 2013, los inversionistas han retirado US$22.400 millones. El total de fondos administrado por los ETF de mercados emergentes descendió de US$162.000 millones en enero de 2013 a US$111.000 millones según el cálculo mas reciente.
La salida de fondos de los países emergentes no ha sido un éxodo desordenado, al menos hasta el momento. En los últimos seis meses, los inversionistas en fondos mutuos agregaron casi la misma cantidad que lo que retiraron los inversionistas en ETF, tal vez porque las personas usan los fondos mutuos para ahorrar para su jubilación y, por ende, son más pacientes que los asesores financieros que optan por los ETF. Pero los inversionistas siempre han amado u odiado a las acciones de los países en desarrollo.
Ahora, un nuevo estudio realizado por Elroy Dimson, Paul Marsh y Mike Staunton, profesores de finanzas del London Business School, incorporó décadas de información sobre el desempeño bursátil de mercados emergentes como China, Rusia y Sudáfrica. La investigación demuestra que a lo largo de la historia los mercados emergentes no han tenido un desempeño superior al de las regiones desarrolladas, como EE.UU. y Europa Occidental. Entre 1900 y 2013, estos mercados estuvieron a la zaga por un promedio de casi un punto porcentual al año.
En períodos más cortos, sin embargo, los mercados emergentes han tenido un rendimiento extraordinario cuando los inversionistas los pasaron por alto o los rechazaron.
En 1981, Antoine van Agtmael, entonces economista del Banco Mundial, propuso el primer fondo orientado a los mercados emergentes. Lo llamó el Fondo de Renta Variable del Tercer Mundo y "la gente pensó que se trataba de una idea muy extraña", me dijo la semana pasada. En 1986 empezó a funcionar como el Fondo de Crecimiento de Mercados Emergentes con un capital de US$50 millones provisto por inversionistas institucionales y dirigido por Capital Group, un gigantesco fondo de inversión de Los Ángeles que hoy administra más de US$8.500 millones.
"No estoy seguro de si estoy haciendo una inversión o una donación", dijo, medio en broma, medio en serio, un gestor de un fondo de pensiones que fue uno de los primeros inversionistas, según Shaw Wagener, uno de los primeros gestores del fondo.
El primer portafolio al que podían acceder inversionistas particulares, el Fondo Templeton de Mercados Emergentes, empezó a operar hace 27 años. Poco después escuché a Sir John Templeton promocionarlo. Un optimista empedernido, Templeton habló con entusiasmo sobre el potencial de crecimiento de las economías emergentes. Pero lo que le parecía más atractivo era que estas acciones no les importaban ni un comino a los inversionistas. El gestor preveía que los mercados emergentes superarían a los desarrollados porque eran ignorados. Pero eso no duró mucho.
En los cinco años que finalizaron el 31 de diciembre de 1993, los mercados emergentes promediaron un alza de 36% al año, lo que culminó con un incremento de 75% en 1993. Ese año, los inversionistas vertieron cerca de US$5.800 millones en una serie de fondos recién lanzados.
Como si estuvieran siguiendo un libreto, los mercados emergentes perdieron anualmente cerca de 11% durante los siguientes cinco años, incluyendo un derrumbe de 28% en 1998. Para 2001, los activos de fondos especializados en mercados emergentes habían disminuido 20% frente a 1996, y muchos inversionistas sencillamente tiraron la toalla. Sólo en 2001 retiraron 6% de su dinero.
Entre 2001 y 2010, la tendencia se revirtió y los mercados emergentes generaron un retorno promedio de 15,9% al año, comparado con el crecimiento anualizado de 1,4% en las acciones de EE.UU.
"Algo que nunca parece cambiar", dice Wagoner en referencia a los inversionistas de los mercados emergentes, "es la falta de concordancia entre las expectativas y lo que es realista en términos de retornos".
Y ahora el péndulo parece estar girando nuevamente en la dirección contraria: de tener expectativas demasiado altas a esperar muy poco. "Conforme los inversionistas empiezan a reconsiderar y sólo ven problemas en los mercados emergentes, [estas acciones] podrían en algún momento repuntar al punto de alcanzar su valor real", dice Marsh, el profesor del London Business School.
El excelente biólogo británico J.B.S. Haldane dijo que las ideas atraviesan cuatro etapas de aceptación: 1. "Disparate inservible". 2. "Interesante". 3. "Cierto, pero muy irrelevante". 4. "Siempre lo he sostenido".
Entre los inversionistas, la cuarta etapa nunca es muy larga: la complacencia engendra la negligencia. De modo que se pasa abruptamente de la cuarta etapa a la primera y, en ese momento, el ciclo vuelve a comenzar.
Para 2012, los inversionistas de los mercados emergentes estaban en la fase de "siempre lo he sostenido". Ahora, se dirigen hacia la de "disparate inservible". Ese es precisamente el momento en que un inversionista debería prestar mucha atención.
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